Por suerte, aquí te ofrecemos algunos consejos efectivos y seguros para calmarlo:
Déjalo chupar algo: Ofrécele un chupón o un dedo para que chupe y se tranquilice. Incluso cuando no tenga hambre, succionar algo puede estabilizar el ritmo cardíaco de un bebé, relajar su estómago y calmar sus agitados brazos y piernas.
Envuélvelo y acurrúcalo: A los recién nacidos les gusta sentirse tan abrigados y protegidos como lo estaban en el útero, por eso intenta envolver a tu bebé con una mantita fina, cargarlo pegadito a ti en una mochila delantera o en un rebozo o sostenerlo contra tu hombro para recrear esa sensación.
Deja que escuche sonidos rítmicos: Los bebés están acostumbrados al sonido de los latidos del corazón de la madre; por eso a tu pequeño le encanta que lo pongas contra tu pecho. También puedes ponerle música suave, cantarle una canción de cuna o incluso prender un ventilador eléctrico o una aspiradora. Ese ruido rítmico de fondo a veces resulta tranquilizador para un bebé chiquito.
Deja que le dé un poco el aire fresco: A veces, abrir una puerta que da al exterior y sacar al bebé un poquito a la calle detiene su llanto de forma inmediata. Si funciona, disfruta de ese momento: mira alrededor, mira al cielo, háblale sobre las cosas que existen alrededor de la casa, ya vivas en una calle tranquila o en medio de una transitada avenida.
Ponlo en movimiento: Algunas veces el simple movimiento de llevar a tu bebé de un sitio a otro será suficiente para calmarlo. Otras veces, puede ser útil que lo muevas acompasadamente en una mecedora o un columpio.
Dale masajes suaves: A la mayoría de los bebés les encanta que los toquen, de manera que un masaje podría ser lo que tu bebé necesita para calmarse. No te preocupes si no conoces los movimientos perfectos; mientras que sean suaves y lentos, deberían reconfortarlo.
Fuente: BabyCenter
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